S01E08: No elijas algo por ser «normal»

ACCIÓN, Alternativas, Reflexiones

He contado muchas cosas durante toda esta primera temporada. A todo el que lo haya leído le ha llegado mucha información, para unos totalmente nueva, para otros más familiar. Pero es difícil saber que hacer con tanta información. En el mundo actual, si nos paramos a pensarlo demasiado, parece una utopía vivir nuestra vida sin sentir que estamos perjudicando a gente de todo el mundo y eso es desalentador. La magnitud del problema ya parece desalentadora cuando vemos la complejidad de nuestro sistema alimentario. Y eso que este es solo una parte del gran sistema en el que vivimos todos lo humanos y que compartimos con infinidad de otras formas de vida.

Pero es después de esa primera visión pesimista cuando debemos tomar una decisión, una que no es nada fácil de hacer. Debemos elegir entre dejarnos llevar por lo “normal”, por los hábitos que hemos creado en la sociedad, por un orden muy frío de prioridades, por los razonamientos supuestamente lógicos que rigen nuestro mundo, o bien, podemos intentar cuestionar todo eso.

Cambiar no es fácil, ni rápido, ni inmediato. El ser humano es un animal de costumbres y cambiar esas costumbres cuesta, cambiar la percepción que tiene uno mismo dentro del mundo no es sencillo. Pero es está reflexión lo que, en última instancia, el mundo necesita. Necesita gente valiente que se implique en su comunidad, que actué de forma coherente con lo que cree justo, aunque hacer eso sea mucho más complicado decirlo que hacerlo.

No tenemos otra opción que intentarlo. Pero para poder intentarlo creo que hay que llegar a conclusiones por y con uno mismo. Asumir que el mundo no es perfecto, que nosotros no somos perfectos, pero no por ello debemos autoflagelarnos, aislarnos o desistir en la búsqueda de algo mejor. Y todo lo contado sobre la alimentación me parece la mejor muestra de ello.

Es muy complicado ser el consumidor perfecto para esta sociedad, es complicado renunciar por a algunos lujos que nuestro desarrollo nos ha facilitado, pero no hay que perder el ánimo por ello. No hay un nivel perfecto de actuación, solo hay una actitud de cambio para intentar actuar mejor. Me quedo con una frase de la que no recuerdo el autor, pero que para mi refleja a la perfección lo que se siente en esa situación.

“Una persona que no se contradice unos cuatro o cinco veces al día, es una persona que no tiene sus principios nada claros.”

Ten contraducciones, e intenta cambiarlas, que es bueno darse cuenta de ellas. Cuanto menos las escondas detrás de justificaciones fáciles, más coherente se puede ser con uno mismo. Y sentir que estas intentando hacer lo correcto y corregir cosas, no siempre nos genera felicidad desvordante, pero si una sensación de paz con uno mismo que puede ser más fuerte y duradera.

Hablando de comida esto podría implicar ciertos cambios en nuestra rutina, desde hechos muy simples como llevar bolsa de tela a la compra, hasta otros más costosos como reducir nuestro consumo de carne o no limitarse a comprar todo en la misma gran superficie. Cada uno hará lo que crea conveniente. Esos pequeños cambios no serán los que solucionen los problemas de la humanidad, ni los que mejoraran rápidamente las situaciones tan críticas como las de la desigualdad o la ecología, pero harán algo que puede ser más importante, mostrar que otro camino es posible.

Los retos a los que la humanidad se va a enfrentar en el siglo XXI son aterradores, pero como especie solo nos queda una opción, reaccionar. Los cambios en el mundo se producen cuando sus habitantes están dispuestos a ello y nosotros, tristemente, no lo estamos aún. El tiempo no juega a nuestro favor y la velocidad de los cambios que estamos viviendo acentúan unos problemas que abruman, pero estoy seguro de que las respuestas que llegarán serán espectaculares por igual.

Es difícil saber donde empiezan esos retos. Esto es solo mi diagnóstico y mi opinión. La solución a problemas tan complejos no voy a poder darla yo. Pero si puedo hacerme preguntas, cuestionar la visión tan materialista que rige nuestro desarrollo, originada por la búsqueda del crecimiento infinito no hace más que despreciar nuestros recursos naturales y ecosistemas y eso genera una incompatibilidades con los retos a los que nos vamos a enfrentar como especie.

Para ello pretendo dar es una herramienta para que cada uno indague, tanto dentro como fuera de si. Que cada uno cuestione sus actos y vea si el hecho de que sean “lo que hace todo el mundo” signifique que no pueda cambiarlos. Que cada uno piense que sociedad quiere e intente participar en el cambio que busca. Que cada uno encuentre esa pelea por la que cree justo luchar y actué. Porque sabemos que el mundo cambia con nuestro ejemplo y no con nuestra opinión. Pero, joder, como cuesta dar ejemplo.


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¿Por dónde empezamos?

Coherencia, Reflexiones

«Vivimos en un mundo en el que nunca hay suficiente para los que no tienen nada y siempre hay suficiente para los que lo tienen todo.»

Manfred Max. Candidato a la presidencia de Chile y ganador del Nobel de Economía Alternativo

Esta es la primera vez en mi vida que escribo un artículo de opinión y de verdad que espero hacerlo desde el punto de vista más coherente y abierto de mente que me permito a mí mismo; y lo hago, no con el objetivo de convencer a nadie de nada, sino de hacer que aquél que lo lea se plantee cosas que puede que no se haya planteado antes, o al menos, no desde la perspectiva que yo propongo. Y es que soy de esos pesados que creen que las cosas se solucionan hablando.

Aunque, siendo sincero, lo que espero sacar con todo esto es ordenar mis ideas y mis pensamientos sobre los problemas del mundo y ver lo que una «simple» persona como tú o como yo puede hacer al respecto. Al final eso es lo que me llevo a la tumba de esta experiencia.

Y  sé que muchas veces cuesta preocuparse de los problemas de otros cuando uno tiene los suyos propios, pero algo que he aprendido es que si uno actúa según lo que cree y es coherente consigo mismo, se logra alcanzar una paz que permite abrir un poco más los ojos y ver qué pasa en el mundo más allá del ombligo de cada uno.

La curiosidad e indignación, los verdaderos motores del mundo.

Llegado este punto, no he podido dejar de preguntarme ciertas cosas y cuestionarme, sobre todo, las cosas más “feas” que pasan en este mundo: lo lejos que está el sistema mundial de ser algo medianamente justo. No me quedaba otra que buscar. Buscar información, de aquí y de allá, de algún libro, muchos periódicos, internet (bendito internet), Facebook (y toda la gente que allí opina), experiencias, documentales… Y cuando he querido darme cuenta, quería hablar de medioambiente y ahora no sé muy bien por dónde empezar.

Como no sé bien cómo empezar, dejaré que empiece otro por mí. De las ideas que desarrollaré, más de una se la debo al economista y ecologista, ganador del Nobel de Economía Alternativo, Manfreed Max. Sus reflexiones son la mejor síntesis que he podido escuchar en estos meses en los que he “frikeado” un poco más sobre el tema.

El tono de sus charlas es el de alguien sereno, alguien sereno pero indignado, como deberíamos estarlo todos. Pues del conformismo nada bueno llega, y menos de conformarse y ser indiferente en un mundo donde la desigualdad y la injusticia son cada día mayores. Este dato fue el que me hizo escuchar con más atención, porque era contundente. Espero que ustedes lo hagan ahora, si es que no lo habían hecho ya.

“En el mundo actualmente existen más esclavos que antes de que se aboliese la esclavitud”.

Estos esclavos, no son los esclavos del siglo 19, no, son los llamados esclavos cooperativos, de cuya situación somos todos un poco participes. Pero lo que es aún más alarmante es saber que 1 de cada 4 esclavos que existen en el mundo son niños, según datos de UNICEF. Estos números los da UNICEF, pero en el mundo no interesa darle bombo a cosas así, estamos saturados de tragedias… ¿Qué es una cifra más para gente que tiene su vida hecha a miles de kilómetros y que cree que jamás notará las consecuencias de este modelo de organización social? «Si no es negocio, no es noticia». Esa parece ser la máxima que prima en el mundo.

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Un culpable invisible

Y es que es normal sentirse abrumado ante poderes descomunales que parece que no existen porque no los vemos. Stéphane Hessel, último superviviente de los  participantes en la redacción de la Declaración de los Derechos Humanos, habla de esto en su libro “¡Indignaos!”. Habla de que fue mucho más evidente la necesidad de enfrentarse a las tropas nazis que invadían Francia de lo que pueda ser enfrentarse a la dictadura del entramado financiero internacional.

Pero es que el cambio necesario no va a nacer de otro lugar que no sea la sociedad civil, y ese cambio, como dije antes, comienza en cada uno de nosotros y en que actuemos y nos comportemos según lo que creemos. Lo que no tengo muy claro es qué llegará antes, si un fallo del sistema debido al lamentable trato que le damos a nuestro planeta, o una concienciación social sobre la necesidad de cambiar el chip más que “un poquito”.

Sabemos que hay cosas que están mal y que no nos gustan, pero en nuestro día a día nos comportamos de forma hipócrita, fomentando un sistema que rechazamos personalmente, pero al que no le otorgamos la sustantividad suficiente.

¿Por qué, si a todos nos parece mal que un niño trabaje en condiciones más que cuestionables por un sueldo de miseria, seguimos comprando de las mismas marcas que sabemos que se benefician de esa situacion?

Recomendacion: Last Week Tonigh con John Oliver. Fashion. Ganador de dos Emmys por su programa. Porque el humor puede hacer mucho por un mundo en el que no nos queda otra que reir. 

¿Estamos siendo coherentes con lo que pensamos o estamos haciendo lo que nos conviene porque es lo más fácil? Pues yo creo que nos engañamos a nosotros mismos, auto convenciéndonos de que tan mal no está la cosa y así seguimos a lo nuestro.

Esta mentalidad derrotista es el gran obstáculo: ¿quién soy yo para cambiar las cosas frente a estos poderes descomunales? Eso es lo que tiene que cambiar. Cualquiera de nosotros, no se sabe ni quién ni cuándo (ni si quiera sabemos si llegará a pasar), pero cualquiera de nosotros puede provocar un cambio histórico descomunal.

De eso habla Manfreed Max cuando nos relata la historia de una señora  que vivía en los años 60 en Alabama. De esa señora que, después de un largo día de trabajo, y viendo que los asientos para negros de su bus iban llenos, decide sentarse en uno de los que estaban vacíos y reservados para blancos. Cuando se niega a levantarse, cuando se indigna y la echan a golpes del bus, podrían haber pasado muchas cosas, pero lo que pasó fue lo más inesperado. Fue en esa esquina donde la echaron y no otra, fue ese bus el que cogió y no el siguiente, fue toda esa gente que estaba allí la que se contagió de su indignación, fue Rosa Parks ese 1 de diciembre de 1955 la que levantó el movimiento por los derechos civiles de los negros en Estados Unidos y empezó la revolución de toda una raza oprimida durante cientos de años. Lo hizo Rosa Parks,  pero podría haber sido cualquier otro, cualquier otro que actúe con coherencia en lo que cree que es justo, y no según lo que más le conviene o lo que es más cómodo.

Es fácil caer en el auto convencimiento, porque estamos distraídos. Estamos creando un mundo de gente que cada vez presta menos atención a las cosas, que oye mucho y escucha poco, gente que tiene que vivir siendo algo que le es impuesto y no lo que de verdad es. Desde pequeños se nos impone que lo material da la felicidad: cuantas más cosas, mejor. En el colegio se nos exige competir para entrar en las mejores universidades. En los negocios competimos entre todos (literalmente: ¡competimos hasta con los chinos!). El mundo laboral se nos presenta aterrador, con un paro que abruma.

Vivimos en un mundo en el que nunca hay suficiente para los que no tienen nada y siempre hay suficiente para los que lo tienen todo. Faltan recursos para salvar vidas, pero sobran para las cosas más superficiales.

Y es que señores, somos muchas personas en el mundo y la mayoría de nuestros pensamientos  los compartiremos con unos (y con otros no tanto), pero si de verdad somos curiosos y nos informamos, llegaremos a algo mejor, porque de la comunicación nace la fuerza. El que no se cuestiona las cosas no sabe que de su ignorancia nace la prostituta, el menor abandonado, el político corrupto, el lacayo de las empresas y multinacionales. Y  ya avisó Aldous Huxley en “Un mundo feliz” allá en 1932, ojito, ¡hace mas de 80 años!

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¿Es este el mundo que queremos?

Pretendo generar un poco de autorreflexión y debate, y que se analice esa equívoca máxima que dice que “el crecimiento es desarrollo». Para ello, dejando a un lado por ahora las tragedias mundiales, voy a centrarme en lo que ocurre en nuestro país (que en el fondo, lo que nos preocupa es lo que pasa en casa, ¿no?).

Desde 2014 se bate el récord histórico de suicidios en España cada año. A día de hoy, duplica al número de muertes por accidente de trafico en nuestro país y supera a la suma entre accidentes y homicidios. Casi 4000 personas se quitan la vida en España cada año, esto es más de 60 veces el número de mujeres que tristemente mueren en España a manos de sus parejas. Se supone que vivimos en un sistema en el que el bienestar reina. Cada día que pasa, occidente es un lugar más rico y, a pesar de las crisis económicas, las tendencias de los mercados están mejorando. Pero, ¿de verdad es eso cierto? ¿De verdad vivimos mejor? ¿O vivimos más acomodados? ¿Busca este sistema realmente mi bienestar o la alimentación de la rueda del consumismo y del egoísmo? La respuesta se la dejo a cada uno…

En próximas entregas, y tras esta reflexión y justificación que necesitaba exponer, voy a centrarme en temas más concretos, planteando reflexiones y alternativas. Espero que esto haya servido para generar un debate entre el lector y la persona que quiera hablar con él, dedicando su tiempo a temas menos tangibles, sin duda menos banales y más trascendentes .


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